Me gustas porque no existes,
porque eres inédita, imaginable,
voluble como el viento, impredecible
como un sentimiento;
por tu presencia de cristal, de calor tibio,
de perfume hecho de almendras y
jamás de rosas.
Porque añoro tu voz desconocida,
sin arpegios, sin ecos,
hecha únicamente de añoranza,
sin esperanza, sin besos, sin asomos;
me gustas porque sólo eres esencia
sin presencia.
Porque habitas, no en mi alma ni en mi corazón,
sino en mi sufrimiento;
porque eres símbolo y no ser.
Porque sólo vives en el amor,
como necesidad visceral y rotunda,
como aquella bocanada de aire
necesaria para seguir viviendo.
Porque eres principio y fin de mis necesidades
insulsas, anodinas y excitantes
por conveniencia.
Porque eres pueril y egoísta,
con el erotismo sinuoso y húmedo
de un fauno entre la selva.
Porque estás nutrida de pasiones lúdicas,
acoplada a un unicornio de oro
en un lecho azul con luciérnagas de plata.
¡Porque te confundo con la luz de una estrella!
Porque me siento atado a ti, como a un semi-dios,
no a la roca del Cáucaso lóbrego y siniestro
sino a la pata de colosal iguanodonte
escapado del jurásico elemental y abstracto.
Me gustas, porque eres la suma de lo absurdo,
¡ Ay !, de lo incomprensible y de lo abstruso.
Porque mermas y no añades,
porque eres negación y no
afirmación de la existencia.
Porque no representas sexo puro y sí
deseo permanente,
caolín del magín para amasarte,
no con la virilidad que nace y muere
sino con imaginación evanescente,
desbordada, agotadora y apremiante
por atávicos siglos de necesidad
pecaminosa y suprema...
Porque eres el no-ser, sin sol
y sólo escarcha; rapaz y no paloma,
jamás día, sólo sombra.
Por ello me gustas, te busco
y sueño con tu espera.

Aún no hay ningún comentario. Se el primero en comentar este goo