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El tradicional chupinazo anuncia el día 6 de julio a las 12 de la mañana el comienzo de las fiestas de San Fermín en Pamplona, una celebración que hay que vivirla aunque sea una sola vez en la vida porque hay que estar allí para entenderlo. Todos aquellos que se sientan atraídos por las emociones fuertes, la aventura comienza tras el chupinazo en la plaza abarrotada de gente que es donde se inicia el desenfreno y que dura una semana para los que resultan ilesos hasta el final de la fiesta.

Los encierros se realizan a las 8 de la mañana y no es una forma de competir sino que se acompaña a los animales hasta llegar a la plaza corriendo junto a los toros, delante o detrás, una carrera que siempre resulta peligrosa. Es tradición que los mozos vistan camiseta y pantalón blanco con fajín y pañuelo al cuello rojos, de este modo se distinguen los pamploneses de los atrevidos que llegan de fuera.

En la plaza de toros se viven las corridas de forma diferente pues se divide en dos partes, sol y sombra, los entendidos en las suertes del toreo se sitúan en la parte de la sombra, y al sol los jóvenes y grupos de amigos que ven en esta celebración una forma de divertirse y lo que que quieren es pasarlo bien. Si se va a a los sanfermines no hay que asustarse de nada pues la fiesta dura las 24 horas del día y se puede ver gente durmiendo en cualquier parte un par de horas para reponer fuerzas y luego seguir la juerga.

La diversión se encuentra por todas partes pero especialmente por los locales de San Nicolás, Calderería, Plaza de castilla, Estafeta, etc. De obligada tradición es comer churros de madrugada en un lugar que los hacen con leña y solamente se abre para las fiestas de San Fermín. A la despedida se va con una vela encendida a la Plaza del Ayuntamiento a las 12 de la noche del día 14 para despedirse cantando el "Pobre de mí" y a esperar otro año para vivir la pasión de las fiestas de San Fermín.