En tres años, las generaciones que ingresaron a la Usach a través del programa Propedéutico incrementaron en 73 puntos el resultado en la Prueba de Selección Universitaria. Los expertos apuntan a que los alumnos que vieron a sus compañeros ingresar a la universidad, comenzaron a creer que ellos también lo pueden lograr.
Yo jugué a la pelota con el Diego y si él entró a la universidad, yo también puedo. Máximo González, director del Propedéutico de la Usach, dice que así piensan los niños que ven buenos resultados en sus compañeros.
Las expectativas de los alumnos sobre lo que pueden lograr es un ingrediente fundamental para el rendimiento. Así lo demostró la experiencia del Propedéutico de la Usach, un programa de esta institución para que los mejores estudiantes de liceos vulnerables entren a la universidad sin necesitar puntaje en la PSU.
Todos los sábados, el 10% de los estudiantes de cuarto medio con mejores notas asisten a clases en la Usach. Luego, seleccionan a los mejores para estudiar Bachillerato.
La primera generación que ingresó a la Usach a través de este programa, a fines de 2007, obtuvo 438 puntos en la PSU. La segunda logró 481 puntos y en 2009, los alumnos sacaron 511 puntos. En tres años, el puntaje de los jóvenes aumentó en 73 puntos, a pesar de que no se les exigía un buen resultado en la prueba para convertirse en universitarios.
Sabemos que altas expectativas tienen efectos relevantes en estudiantes de bajo rendimiento y alta vulnerabilidad. Cuando yo pienso que tengo potencial, establezco metas más altas, y cuando veo que otros de mi misma condición han podido alcanzar metas, eso se transfiere a mi persona, explica la sicóloga de la Facultad de Educación de la UDP, Natalia Salas.
Cuando la Usach comenzó con el programa, en los colegios les dijeron que estaban perdiendo el tiempo.
Antiguamente a uno le decían que estudiara porque así iba a progresar, pero hoy eso perdió el sentido para muchos niños. Los alumnos del Propedéutico han aumentado progresivamente sus puntajes PSU, porque la primera generación abrió la esperanza en sus compañeros y profesores, explica González.
El efecto de las castas
Un estudio realizado en India y publicado en 2006 por el Banco Mundial, demostró la importancia de las expectativas. Alumnos de distintas castas tuvieron que resolver ejercicios, primero, sin saber que se enfrentaban a niños de castas distintas. Después, se dijo a cuál pertenecía cada uno y compitieron entre todos. Finalmente, enfrentaron a dos estudiantes, diciéndoles a ambos de qué casta era su contendor.
Los resultados fueron determinantes: en el primer caso, los alumnos de castas altas y bajas tuvieron resultados muy similares entre sí. En el segundo, los de castas bajas disminuyeron sus puntajes, y en el tercero, éstos cayeron aún más.
Francisco Meneses, economista y miembro de Ideas en Educación, explica que los niños de castas bajas se creen inferiores que los de sector alto, y por eso bajan sus resultados cuando compiten con ellos.
El caso de la Usach nos hace pensar que en Chile puede haber un efecto similar. Por eso, hay que intentar que el mérito de los alumnos tenga un impacto, para mejorar las expectativas. Se podría dar una beca universitaria cuando los estudiantes estén en primero medio y así tienen cuatro años para mejorar su rendimiento, explica.
En el Liceo Lo Prado, donde el año pasado estudiaba un 98% de niños vulnerables, los alumnos de tercero y cuarto medio siempre preguntan por el Propedéutico. El año pasado entró al programa un niño muy indisciplinado. En primero medio pensamos que iba a repetir, pero se puso las pilas y empezó a estudiar. Ahora está en la universidad, cuenta Oscar Salas, director del liceo.
Fuente: Latercera.com
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