Es increÃble la cantidad de cosas útiles que se escuchan en las bancas de las plazas de pueblo, he aquà una conversación llena de enseñanza y sabidurÃa.
Cuando recuerdo mi niñez en este pueblo tengo la idea de que los pequeños de esos años se ubicaban mucho mejor en el mundo en que vivÃamos.  Y podÃamos decir en segundos el lugar exacto en donde estaba nuestra casa o quienes eran las personas mas simpáticas.
SabÃamos también quienes eran los ricos que amaban su dinero o los que amaban más a su familia. PodÃamos recitar los nombres de las mamas buenas y de las no tan buenas, para lo cual tenÃamos nuestros propios códigos de niños. Las buenas eran las que hacÃan desaparecer cualquier pesar con un beso, e iban a vernos a las fiestas escolares, y siempre sonreÃan, no solo con los labios, sino también con los ojos.
ConocÃamos a las que hacÃan los mejores dulces, y eran las mismas que “deducÃan” que nuestros papas nos habÃan regalado unos patines nuevos, y nos regalaban su tiempo parándose en la puerta para vernos y dirigirnos palabras de aliento cuando, con temor comenzábamos nuestras primeras vueltas.
Se daban siempre cuenta cuando llevábamos zapatos nuevos, o habÃa desaparecido un diente.
Cuando comenzaba el colegio sabÃamos a quienes se les podÃa hablar, de la llegada de un nuevo hermanito, o morÃa un abuelo, o mama tenia que ir al hospital. Nos regalaban refrescos en el verano y chocolate bien caliente en el invierno, y nos escuchaban cuando les contábamos los problemas y siempre tenÃan palabras de aliento.
ConocÃamos a las maestras que querÃan a la escuela y a nosotros, y no éramos lo suficientemente mayores para comprender otras cosas. Solo sabÃamos era que algunas profesoras hacÃan que sintiéramos que éramos buenos y que el sol brillase hasta en los dÃas con nubes.
Pero creo que no habrÃamos entendido, en ese entonces, incluso si nos hubiesen dicho, que ciertas personas nacen con la cualidad de interesarse por los demás, igual como hay quien nace con habilidades musicales o artÃsticas, y que para otras es una caracterÃstica que tiene que adquirirse.
Los que con ella nacieron traspasan las puertas de la vida dueñas de un maravilloso don, y los que lo adquieren con esfuerzo descubren, en ese aprendizaje, su más preciado premio. Hay quienes lo aprenden después de padecer un hecho trágico, o de transitar por un largo y honesto examen de conciencia que los sacude hasta muy adentro. Y este sacudón puede despertar un talento que estaba latente, dormido; el de interesarse verdaderamente por los demás, la capacidad de querer entenderlos y de ser parte de sus vidas y futuro.
Ahora entiendo todo eso, y no necesito otras explicaciones “profesionales”. Sé quienes son los que se interesan por los demás y siento atracción por ellos al igual que por este pueblo en que nacà y crié. Se quien me puede dar consuelo o aliento, iluminar el dÃa en que lo veo, lograr que sienta felicidad con solo pasar algunos minutos en su compañÃaÂ… siempre existe alguien que domina el bello arte de interesarse por los otros.
Eldoctorjones
Las primeras hpjas de mi novela aquÃ, te invito a leerlas.
¡Woww! Que gran verdad amigo Nicolás, \"Interesarse por los demás es todo un arte\" y un don, porque no todas las personas pueden sentir ese interés innato por lo que les sucede a los demás. Mi Supervoto amigo.
Gracias Martha, es muy significativo para mi que tu dejes mensajes en mis artÃculos. Saludos, y que tengas un buen dÃa.
Qué artÃculo tan certero. Definitivamente cuando no hay interés alguno pues lo obviamos. Cuando vemos que la relación es unilateral lo mejor es distanciarnos. Tengo el caso de una persona que su interés es muy nulo con dos personas cercanas. En conclusión, estoy aplicando la misma medicina. No es fácil pero si posible.